¿No os pasa que
os da una pereza increíble poneros a leer y sois incapaces de acabar un libro
aunque sea obligado? A mí tampoco.
Hoy tengo esa
típica sensación de haber acabado un libro con final semifeliz del que debería
alegrarme porque he acabado y ya puedo empezar otro, pero a la vez, se ha
terminado, y tendré que esperar a la sexta toma de Los Instrumentos Mortales
(TMI) para poder saber cómo acaba. Ha sido una tarde bañada en risas –por las
constantes ironías de Jace- lágrimas y algún que otro fluido que no suele ser
de educación mencionar, producido por el constipado y el lloriqueo constante.
Intentaré no ser
breve y releer el artículo antes de publicarlo para asegurarme de que no me he
ido por las ramas, pero debo deciros, -y creedme cuando os digo que no es fácil
sonar convincente pero no como un anuncio de teletienda- que no he leído saga
mejor que esta. Nunca. En la vida.
Jace y Sebastian
trágicamente unidos mutuamente, y al mismo tiempo, al plan que destruirá el
mundo y hará fluir ríos de sangre Sena y Támesis abajo con nenúfares de cuerpos
humanos, obra de demonios, para diversión de Sebastian.
Por suerte, Clary
no está por la labor de quedarse en casa y obedecer a su madre, y se infiltra
en el nuevo mundo en el que Sebastian tiene esclavo a Jace para salvarlo, pero
las cosas son más complicadas de lo que parecen. Y para no variar, Simon, Izzy,
Alec y Magnus están metidos en asuntos que no pintan nada bien…
Todo esto,
abdominales de hierro y un final casi feliz, ¿qué más podéis pedir?
No hay comentarios:
Publicar un comentario