miércoles, 28 de noviembre de 2012

Finalmente, con esperanza.


       ¿No os pasa que os da una pereza increíble poneros a leer y sois incapaces de acabar un libro aunque sea obligado? A mí tampoco.

       Hoy tengo esa típica sensación de haber acabado un libro con final semifeliz del que debería alegrarme porque he acabado y ya puedo empezar otro, pero a la vez, se ha terminado, y tendré que esperar a la sexta toma de Los Instrumentos Mortales (TMI) para poder saber cómo acaba. Ha sido una tarde bañada en risas –por las constantes ironías de Jace- lágrimas y algún que otro fluido que no suele ser de educación mencionar, producido por el constipado y el lloriqueo constante.

       Intentaré no ser breve y releer el artículo antes de publicarlo para asegurarme de que no me he ido por las ramas, pero debo deciros, -y creedme cuando os digo que no es fácil sonar convincente pero no como un anuncio de teletienda- que no he leído saga mejor que esta. Nunca. En la vida.




       Jace y Sebastian trágicamente unidos mutuamente, y al mismo tiempo, al plan que destruirá el mundo y hará fluir ríos de sangre Sena y Támesis abajo con nenúfares de cuerpos humanos, obra de demonios, para diversión de Sebastian.
    
       Por suerte, Clary no está por la labor de quedarse en casa y obedecer a su madre, y se infiltra en el nuevo mundo en el que Sebastian tiene esclavo a Jace para salvarlo, pero las cosas son más complicadas de lo que parecen. Y para no variar, Simon, Izzy, Alec y Magnus están metidos en asuntos que no pintan nada bien…

       Todo esto, abdominales de hierro y un final casi feliz, ¿qué más podéis pedir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario