Discutíamos ayer
mismo en clase sobre la posibilidad de utilizar tacos, palabrotas, insultos,
etc. en los artículos de opinión. Fue el profesor el quien empezó con el tema,
nada más y nada menos que criticando el texto de un amigo, que juzgaba “las
malditas descargas ilegales de internet, que poco a poco están acabando con
cantantes, productores de cine, escritores y demás”.
Para ir al grano,
voy a resumiros que unos compañeros y yo, nos opusimos a la idea de que este
tipo de palabras vulgares no sean apropiadas para la literatura.
Y es que no hay
película o canción cargada de sentimiento que no diga algo de esto, porque, en
mi opinión, este tipo de juramentos y groserías profundizan el lenguaje. ¿Qué
sería de la deducción humana de la lengua, si omitiésemos algunas palabras como
casa, perro u hospital? Pues que tendríamos que dejar al chucho en el piso
mientras vamos al ambulatorio –pésimo ejemplo-, pero en realidad no tiene el
mismo sentido. Y con los tacos tenemos el mismo problema; sería como
arrebatarle palabras –y con ello parte de cultura, sentido, etc.- a un idioma,
por muy ordinarias que fueran.
Todo esto, por no
hablar de la satisfacción que a veces nos da soltar de mala leche un buen
juramento para relajar tensión en momentos difíciles o romper el hielo y hacer
reír en otros.
Con todo esto,
sólo quería haceros reflexionar sobre este tema tan tabú, en ocasiones, y con
tantas distintas opiniones, también por si podríais darme algún argumento más
para un artículo de opinión sobre blasfemias que tengo que entregar a mi profe
el siguiente viernes, para hacerle entrar en razón y para que cambie de opinión
a cerca de lo cojonudos que quedan los tacos, si se utilizan en el momento
oportuno.
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