lunes, 22 de octubre de 2012

Pequeños trocitos de de todo, recogidos por el camino...


       ¿Cómo va, bloggeros? Hoy me paso para contaros una pequeña anécdota de hace unas semanas, y me gustaría que comentéis, y me digáis si a vosotros os ha pasado algo parecido o conocéis algún caso de estos, porque, a decir verdad, supongo que no es tan rara la situación que os voy a proponer, y en la que me encontré el otro día.

       Bien, allá voy. El caso es que me encontraba en la cafetería de la uni, al más puro estilo americano saboreando un Mc Flurry recién comprado, repasando unos apuntes, cuando se me sentó al lado una chica de mi clase, que ni siquiera sabía su nombre y adiós repasar.

       La chica, sin ni siquiera saludarme empezó a despotricar sobre su novio y algo parecido a que la había dejado por alguna razón sobre la que era muy macarra o algo por el estilo. Al principio, no la hacía gran caso, pues pensé que sería otra de las muchas chicas desconsoladas a las que los novios dejan por poco femeninas, -cosa que tenían que haber notado antes de empezar a salir con ellas para después partirles el corazón cruelmente- pero al final, la chica de los vaqueros oscuros y la chupa de cuero con aspecto más bien gótico acabó por engancharme con su historia.

       Y es que Aída –como me dijo que se llamaba- me contó que llevaba casi dos años saliendo con un novio del instituto, del que supuestamente estaba locamente enamorada, pero él ya había tenido sus descarrilamientos con algunas otras. Aun así, mi amiga decidió hacerse la dura y seguir con él tras montarle una bronca de aúpa. Y todo por el absurdo enamoramiento que tenía la pobre chavala y su enorme orgullo que en vez de tragar exteriorizó poniéndose en el papel de “chica mala” y que desde entonces se le ha quedado.

       Aída me aseguró que antes de esto, y el divorcio de sus padres –que también influye- no tenía ese aspecto; era más bien una chica normal con camisetas de Hello Kitty y Vans en los pies. Pero según ella, desde que empezó en el mundillo de lo macarra –antes de lo gótico- le empezó a gustar e incluso llegó a viciarse a la maría. Tuvo suerte de quedarse sin dinero y haber tenido cabeza suficiente de limitarse a volver a casa, al refugio de sus padres –cada temporada uno- y no cometer ninguna estupidez. No mucho después, su padre le ofreció ir a la universidad y ella aceptó.

       Pero hoy en día, de la pobre Aída, que tiene las ideas hechas un lío, -dicho por ella misma- conociéndola ahora, tras todas sus movidas y en el momento de su vida en el que probablemente ya ha pasado por todas las fases fuertes posibles, es una simple chica con ropa oscura y algo yonki a la vez, -si tenemos en cuenta su camiseta con el logotipo “legalize”-. También llaman la atención sus botas altas de cuero marrones, forradas con pelo color crema por dentro y su maquillaje colorido, que no va con su look duro.




       A lo que quiero llegar con todo esto, es a que,  todas las fases por las que pasamos en la vida, rockeras, cursis, 80´eras, revolucionarias, etc. forman cada parte de nosotros mismos. Me explico, cada vez que dejamos atrás uno de estos roles, no lo perdemos por completo, si no que extraemos lo mejor de cada uno de ellos, para quedarnos con lo que llamaríamos un resumen de lo más significativo de cada uno de ellos.

       En un ejemplo, yo tengo que admitir, que de mi fase rockera que dejé atrás a los quince o dieciséis años, puedo quedarme con el enorme conocimiento musical adquirido, algunos grupos heavys que conservo en el MP3 y una camiseta de Aerosmith que, tengo que admitir, me hace muchísima ilusión llevar.

       En conclusión, yo os diría que elijáis bien todas y cada una de vuestras facetas y que reflexionéis sobre ellas, dándoos cuenta así, de que podéis tener mucho más en común de lo que creéis con el empollón de la mesa de al lado o la vecina pija y aparentemente estúpida. Y con esto y un bizcocho, os dejo que me comunican desde la cocina que tengo a Aída al teléfono; necesita ayuda con una cita y su nuevo novio. ¡A bloggear mucho! Os quiero…

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