miércoles, 14 de marzo de 2012

El club de los corazones solitarios


       

       Hace no mucho leí El Club de los Corazones Solitarios de Elizabeth Eulberg, en el que una chica, llamada Penny Lane, harta de que los chicos le rompan el corazón, decide formar un club de chicas con el mismo problema. En pocos días, el éxito del club aumenta sin descanso, hasta llegar a ser una molestia e incluso una tragedia para muchos chicos.


       Estoy convencida de que si un club similar a este existiera, no solo debería su incalculable fama a el vinculo de amistad entre las socias, sino también, a la gran relación con la música. Me explico, la protagonista de la novela debe su nombre a una fantástica obra de Los Beatles, -Penny Lane- la cual sus padres nombran así, por su obsesivo fanatismo con el grupo británico.


       Yo, personalmente, creo ciegamente en la teoría de que la mayoría de jóvenes, y no tan jóvenes, basan su vida en la música de su gusto, es decir, reflejan sus sentimientos en canciones y encuentran similitudes entre sus problemas y contratiempos y cualquier melodía. Yo misma me considero una persona totalmente incapaz de vivir sin música, pues a la mínima me apoyo en cualquier grupo o canción que me haga sentir mejor, ayudar a llorar, superar un mal rato, o simplemente alegrarme un poco -y no como Macarena, la de la canción, que nunca sabremos si algún día consiguió darle alegría a su cuerpo-. Por suerte conozco una cantidad inmensa de bandas entre ellas: All Time Low, Three Days Grace, The Fray, Big Time Rush, Take That, The Backstreet Boys, los míticos Beatles, One Direction que consiguen ayudarme cada día y a las que no sabría como agradecer que suenen en la radio o en mi Mp3 cuando más las necesito.

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