domingo, 16 de septiembre de 2012

Sé distinto










Hex Hall


       ¡Hola bloggeros! Esta vez me paso para dejaros mi opinión sobre un libro genial que acabo de terminar, Hex Hall. Y resulta que desde que me enganché a la saga de los Cazadores de Sombras de Cassie Clare, no dejo un libro que valla sobre subterráneos, magia y ese tipo de cosas.

       Bien, y ¿de qué va? Pues es una pequeña bruja que vive con su madre en EEUU, tratando de controlar sus poderes con ayuda de unos pocos libros sobre magia que ha comprado esta. El problema, es que esta no entiende de estas cosas, pues el mago era su padre y vive en Londres, sin haber visto nunca a su hija en persona. La historia comienza cuando Sophie, la brujita, es enviada a Hecate Hall, un colegio interno para jóvenes con los poderes descarriados, vamos como ella.


       En Hecate, más conocido como Hex Hall, descubrirá muchísimo sobre sus poderes, hará nuevos amigos y enemigos, descubrirá el amor, e incluso un oscuro secreto sobre su verdadero origen.

       ¿Pinta bien, eh? La verdad, es que es un libro increíblemente fácil de leer, no muy largo y tiene el poder de enganchar al lector hasta la última página.

       Además, me ha impresionado mucho por su semejanza con Cazadores de Sombras, ya que aparecen todo tipo de subterráneos, runas, grimorios y libros de hechizos legendarios, demonios, y lo más importante, cazademonios. Pero en este caso no os recomiendo encariñaros demasiado con ellos ya que no son los buenos de la historia, precisamente.


      Y lo mejor, es que aquí no acaba la cosa; porque Hex Hall es una trilogía, entera sobre las Sophie Mercer, sus poderes descontrolados, y su penosa vida amorosa. Condena, Desafío y Embrujo son subtítulos de los tres tomos de esta saga ¿te la vas a perder?


      

martes, 4 de septiembre de 2012

¡Vuelta al cole!


      ¡Por fin de vuelta! Y es que quería pasarme por el blog antes de empezar la uni por que a partir de la semana que viene, lo bueno se acaba. Y eso que ya he empezado el curro en la tienda de discos como os dije, y la cosa va bastante bien –muchísima más gente de la hubiera podido imaginarme jamas, utiliza estos artículos tan pasados en la “moda de la tecnología”.

      El caso es que mi hermana mayor, Elena, acabó el año pasado la carrera de magisterio, y de forma inexplicable en este país, enzarzado hasta las trancas en este agujero negro llamado “crisis”, ha conseguido trabajo en un colegio privado en la misma ciudad en la que pasaré mis próximos años. Ya somos cinco en el piso, y un pequeño detalle para que os hagáis a la idea de la convivencia: tenemos un solo baño.

       Convivencias aparte, iré al grano, y es que la pobre Elena empezó ayer mismo un el colegio y me pidió que la acompañara, con eso de que era su primer día. ¿Su primer día? Fue increíble. Soltó un discurso ante aquella clase de tercero de primaria que deseé ser una de sus alumnas. Nunca había escuchado algo parecido. Intentaré reproducir aquel primer día de tutoría libre de mi hermana, aunque no aseguro desenamoramientos posteriores. Allá voy:

      “Llamo a la puerta junto a el letrero indicado, y al escuchar un murmullo general, supongo que es la habitación indicada. Dirijo a Elena una última mirada de aliento y abro la puerta, pues a ella no la veo muy capaz. Mi hermana camina al interior de la clase con migo pisándole los talones.


       Aquellos alumnos de como mucho quince años realmente son aterradores pero cogo aire y me siento sobre una mesa libre. Elena, con voz temblorosa pide silencio pero no hay alma en aquella clase que deje el griterío. A mi hermana le faltan segundos para perder el control por completo y ponerse a gritar –nadie mejor para saberlo que yo misma, quien le ha hecho perderlo cientos de veces antes-. Entonces, bajo ese sentimiento de empatía que me invade al verla así, golpeo mi mesa cada vez más fuerte hasta el silencio total. Las miradas de todos los ocupantes de la clase se posan sobre mí y, sin ser capaz de articular palabra, dirijo la cabeza hacía Elena centrando toda la atención en ella. Mi hermana, con manos temblorosas y rodillas aún más, carraspea hondo y se dirige a la clase:

     -Buenos días. Soy Elena Cruz y seré vuestra tutora y profesora de historia y geografía durante los dos cursos siguientes. He echado un vistazo a vuestros expedientes y tengo que decir que algunos me han sorprendido, ya sea por el alto o bajo nivel que tenéis.

       Tengo que decir que no me he quedado con vuestros nombres, así que pasaré lista y ya me los iré aprendiendo. Además quisiera haceros unas preguntas y así, de paso, nos conocemos mejor. Empiezo por aquí ¿ok? –Elena señala a una chica en el primer pupitre y le pregunta su nombre. A su vez, observo que el miedo está casi erradicado de sus ojos.

       -¿Cómo te llamas? –pregunta mi hermana.
       -Sofia –responde la niña, tímida.
       -Dime, ¿que te gustaría ser? –Elena cada vez más segura.
       -No lo se.
       -No creo que no tengas ningún hobby
       -Me gusta cocinar. –la clase rompe en risas.
       -¡Hey! –mi hermana interrumpe a los alumnos. –¿Por qué no estudias como cocinera? Mira Ferran Adriá, o el mismo Carlos Arguiñano. Ellos ganan un pastón y ¿qué hacen realmente? Cocinan para la televisión. Explican un poco el proceso y ya está, a fin de mes tienen la cartera llena. ¿No querrías un trabajo como ellos?
       -Si…Pero…
       -Nada de “peros”. Tienes que prometerme que harás todo lo posible para acabar en la tele como ellos. Mínimo. ¿Ok?
       -Claro. –creo que consigo distinguir un esbozo de sonrisa en la boca de aquella chica tímida y aburrida.
       -Siguiente. Si, tú el de al lado. ¿Quién eres?
       -Jon. –el chico se sienta tan abajo que podría decirse que está literalmente tumbado en la silla. Si no fuera porque en mi época rebelde yo misma me sentaba así, me parecería imposible que no se escurriera hasta acabar de culo en el suelo. Supongo que es obra de los fenómenos paranormales que nos ocurren de jóvenes, como el de ser capaz de llevar zapatillas que por su tamaño podrían utilizarse de sombrero.
       -Bien. Dime, Jon, ¿a qué vas tu? ¿Otro cocinero?¿O quizás futbolista?
       -Nada.
        -¿Cómo que nada? Eso no puede ser. Ten en cuenta que vivirás más que tus padres y cuando ellos no estén… Pues ¿Cómo piensas vivir? Créeme, al país no le quedan más ayudas sociales. No me enrollo, ¿Cuáles son tus aficiones?
        -Toco el bajo.
        -¡Eso es genial! ¿Dónde? ¿Una banda o una escuela de música?
        -Me enseñó mi abuelo. Sólo toco en casa –Dice Jon avergonzado.
        -¿Y no te has propuesto crear un grupo? No puedo creérmelo, chico, ¡no pienses que las paredes de tu habitación vallan a saber apreciar tu talento! ¡Busca un batería, una gitarra, un cantante y sal ahí a darlo todo! La gente quiere marcha, ¿Qué te parece? ¿Alguna vez te veré recogiendo un gran MTV Award? Eso espero, Jon. No me decepciones. –Elena y Jon entrechocan las manos como grandes colegas de siempre, y por primera vez, puedo ver el brillo entusiasmado en los ojos del chico.
         -Bueno, bueno, vamos con la siguiente… A ver qué tenemos por aquí… Oh si, si, por aquí detrás… Si , tú –dice Elena señalando a una chica despampanantemente rubia.- Dinos cómo te llamas.
         -Soy María. –dice esta.
         -Un nombre original… Bien y qué te gustaría a ti, ¿no serías cantante para el grupo de nuestro guapísimo Jon? –pregunta Elena con ironía.
         -No –bufa María dirigiendo una mirada de desprecio al aludido
         -Y entonces… ¿qué haces tu?
         -Quiero ser peluquera. Y no me digas que voy a ser una superestrella porque pienso trabajar en la peluquería de mi madre como una chica normal, nada de todos esos pajaritos que tú nos estás metiendo en la cabeza. Yo no me trago eso. –María está cabreada y parece que mi hermana tendrá algún que otro problema con su carácter como la chiquilla siga así de respondona.
        -¿Qué me dices del Llongueras? ¿O el peluquero de Lady Gagga? Vamos, nena, ¡peina a Harry Styles! ¡Descubre el secreto de la cresta de Bill Kaulitz! ¡Haz algo interesante con tu vida! ¿Que quieres lavar cabezas con piojos y ser mileurista el resto de tu vida? ¿Trabajar con tu madre? Que mal rollo… Si es lo que quieres, adelante, pero yo intentaría algo más. –Termina Elena triunfal cuando, al fin, María indignada y avergonzada baja la mirada y comienza a juguetear con su bisutería, nerviosa.”

        Y así sucesivamente, durante veintidós alumnos enfurecidos o vagos, y por último entusiasmados y planificando su futuro, tal y como mi hermana se lo había previsto. Nuca había visto nada parecido; poder de convicción extremo, y motivación a tope. Supongo que esa es la clave para el éxito.
Pero la historia no acaba aquí, sino cuando al finalizar todas las convicciones de todos los alumnos de la clase –excepto María- , justo antes de los avisos finales para el curso y la despedida, Jon alza una mano y pregunta:

       “-Elena, una última pregunta, con tantos consejos y tanta planificación para tanto futuro, ¿cómo es que eres profesora?

       La gota que colmó el vaso.

       -Porque estoy segura de que Michael Jackson y Bill Gates también tuvieron alguien que los motivase, de otra forma, nunca hubieran llegado tan alto. De todas formas, yo misma, un día quise enseñar a motivar y ser la mejor psicóloga del mundo, y aquí estoy.

       ¡Zas! En toda la boca. –Mi hermana recoge su abrigo y su bolso y la sigo hasta la puerta. Ya en el umbral, se vuelve una última vez hacia la clase y se despide con un simple “hasta mañana” y abandona la clase, en la que reina un silencio sepulcral que dudo que una vez nos hallamos ido dure mucho, pero no estoy dispuesta a comprobarlo.

       -Oye, eso de ser la mejor psicóloga… -le digo una vez estamos fuera del edificio- ¡Y yo que  pensaba que habías dejado lo de mentir!

       -Perdona, pero tú no tendrías tu “Blog” de no ser gracias a las mentiras de tu hermana. –me dice con aire mayoritario, pero yo sé que bromea.


       -Es verdad, adoro tus mentiras. – respondo teatral mientras la abrazo y me recuerdo que la dedicación y la motivación son las claves para el éxito.”

lunes, 3 de septiembre de 2012